Saturday, February 02, 2008

El ansia de la soledad paciente



El cine simple, me parece, es el más complejo, y desde luego el más interesante. El decir de los cuerpos, de las miradas, de los vacíos, de los colores, del viento es el que debe prevalecer, el que debe seducir, pues brinda al espectador un poco de tranquilidad, tiempo para observar, para entrar a la mente del personaje y poder establecer contacto, empatía, dicen los que saben de eso. Párpados azules es una muestra de ese cine que brinda al espectador la oportunidad de decir “me voy a involucrar en esta historia”.

La premisa de donde todo se desencadena es fácil: tienes una nueva y última oportunidad para ser feliz, aprovéchala”. Sobre esta idea es que Ernesto Contreras, egresado del CUEC, empieza a armar un espacio de imágenes y cuerpos que se conjugan con un entorno que no es triste, lo que es el gran acierto, sino melancólico.

Marina (Cecilia Suárez) es en quien va a residir la oportunidad de ser feliz, de esa oportunidad que no hay que dejar pasar, pues en la empresa donde trabaja el pajarito de la suerte (más evidente imposible para mostrar el golpe de suerte) escoge el papelito con el nombre de Marina para ganar un viaje que se ha rifado. Diez días gratis a Playa Salamandra para dos personas, es la oportunidad de ser feliz.

El gran acierto, a mi parecer, en la cinta Párpados azules es que no hay necedad del juicios morales sobre Marina, es decir, está sola, es melancólica, porque así es, no hay detalles abrumadores de locura, de inadaptación, de maldad, de perversión, sólo está sola y tan ha sido así su vida que pareciera que es lo cotidiano.

Pero no basta con la soledad de Marina. Cuando se habla del caos es importante saber que éste es el desorden abosuluto, pero también el orden absoluto, orden que impode ver la diferencia entre cada elemento de ese universo, eso es lo que logra Contreras al introducir en la historia a Víctor (Enrique Arreola), un ex compañero de Marina, en la secundaria, que es todo lo opuesto a ella, y sin embargo, son idénticos.

Víctor se atreve a saludar a una mujer que no sabe en absoluto quien es, diferente a Marina; Víctor pareciera que recuerda a todos sus compañeros de secundaria por nombre y apellido, además de andanzas, diferente a Marina que no sabe ni recuerda nada; Víctor acepta ir de vacaciones con Marina, pese a darse cuenta que no tiene idea alguna de quién es Víctor, algo que Marina difícilmente haría; y sin embargo, Marina y Víctor están solos, solos, solos.

La cinta con sus casi 100 minutos de duración se hace deliciosa al dejar que el silencio y las miradas cuenten todo, es más, me declaro sorprendido e impresionado por la actuación de Cecilia Suárez, actriz que sólo había visto en personajes de tipo soberbio o egocéntrico (no olvidar sus participaciones en telenovelas de TV Azteca). Aquí, la Suárez es cándida, es inocente, el tímida, es encantadora, con un acento en sus diálogos que definitivamente gana la simpatía del espectador.

Contreras se resiste a poner a historia de amor abierto, no cae en el gancho de llevar a sus personajes hacia la boda con fuegos artificiales, se da tiempo para mostrar como sus dos protagonistas muestran más gozo en su respectiva masturbación que en el contacto físico con la pareja, ¿no queda así comprendida la idea de la soledad?, pues finalmente, la historia no es de Marina, tampoco la historia se mueve a Víctor, la historia es de la soledad, de la melancolía, de la tristeza, y es por eso que el relato en tiempos descansa en Marina, en tiempos en Víctor, como almas sofocadas en sus creencias y ansiedad de soledad.

Sí, el viaje está latente, y sin embargo no veremos ni una escena de la playa, pero el viaje no se va a desperdiciar, y nadie va a ser feliz del todo, y no habrá quien se bronceee bien por miedo a la ardida, y sin embargo, estos dos solitarios nos recordarán a los amorosos de Jaime Sabines:
Los amorosos callan.
El amor es el silencio más fino, el más tembloroso,
el más insoportable.
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
Su corazón les dice que nunca han de encontrar,
no encuentran, buscan.
Los amorosos andan como locos
porque están solos, solos, solos,
entregándose, dándose a cada rato,
llorando porque no salvan al amor.

Párpados azules da tiempo a todo, encontramos escenas extraordinarias, coomo la de Tiaré Scanda (sin duda la Muchachita está cada vez más bella) donde concentra toda la ira y desesperanza de la vida moderna; además de la sutil y categórica aparición de Ana Ofelia Murguía, que para quien vea con atención la cinta, es quien soporta el relato, y debemos agradecerle esto a Ernesto Contreras, que concentró en Murguía al personaje ideal para dar ritmo, explicación y sentido a lo que Marina y Víctor nos contaron con su cuerpo.
Párpados azules es cine que se agradece, que se centra en el personaje, no en la circunstacnia efectista.

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1 Comments:

At February 16, 2008, Blogger Salvatore said...

Pues que no se hable más. Me has involucrado en tu excelente reseña. Habrá que ir a verla, antes de que la quiten de cartelera.
La semana que viene, el miércoles para ser más precisos, pienso reventarme la de Sweeny Todd y la de No country for old man, o sea la más reciente de Burton y la más reciente de los Cohen. ¿A ver qué tal?

Por cierto, hoy les pusé una de los Cohen a los chavos de noveno (Educando a Arizona) y la peli les hizo muy poca mella, y eso que les advertí que se trataba de una comedia y que quería que la vieran sólo con la intención de que la pasaran bien y se relajaran. Parace que no fue así. ¡Házme el cabrón rechingado favor!

 

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