Tuesday, July 31, 2007

Una mecánica que continua funcionando


Tan gratificante resulta ver una historia cinematográfica inteligente que hasta se puede perdonar el doblaje de ésta, incluso parece que se eleva el nivel de la voz ajena a la original. En este caso La naranja mecánica, dirigida por Stanley Kubrick, basada en la novela del mismo nombre de Anthony Burgess, logra que el horario nocturno se vuelta un auténtico deleite.

Alex (Malcolm McDowell) es un gañan que vive entre el mundo burgués y sus trapacerías donde exalta la ultraviolencia. Por medio de la narración de este protagonista se va dando cuenta del proceso de degradación o exaltación humana en sociedad. Alex encabeza un grupo de jóvenes drogadictos, pero no para hacer dinero o liderar un cártel, es más bien su búsqueda de poder, de dominación, de superioridad sobre los común y ordinario.

A lo largo de la cinta, Kubrick plantea visualmente a la sociedad que vivimos: con dominación sexual, el sometimiento a fetiches e imágenes fálicas, gobiernos que actúan como gran hermano, de negaciones de la realidad, de gozo en medio de la tecnología, en suma, del desastre que somos como sociedad, el datelle es el toque personal con que lo narra.

La historia de Alex es aderezada por juegos de tiempo, la deliciosa cámara lenta con que Alex reprime a sus amotinados droguitos, el juego de luces y ambiente en la tienda de discos donde Alex invita a un par de chicas a su departamento, desde luego la escena de ese trío fornicando al ritmo y velocidad de la obertura de Guillermo Tell (sí, la famosa melodía del llanero solitario). La cinta es amena en lo visual, en la propuesta crítica y en la musicalización (una delicia todo el soundtrack).

Sí, es un delincuente que lucha por mantener su estilo y estatus ante su grupo. La violencia que despliega le hace ganar el desprecio de sus compinches. Sus excesos hacen que ya no sea tan divertido golpear, violar y abusar de los demás. Los droguitos ponen la trampa, sabiendo que Alex no va a resistir la tentación de abusar de la fuerza. El asesinato está rondando la vida de Alex.

Los excesos de Alex, como es de esperarse, lo dejan como un habitante más del sistema penitenciario. Ahora bien, hablar de la degradación de Alex dentro del sistema penitenciario es limitado, creo que sería perder de perspectiva la obra de Kubrick, Sí, es cierto, Alex cae en la cárcel, y esta micro sociedad es terreno fértil para un director que expone el vicio del sistema , donde el contraste se logra por medio de la brutalidad del mecanismo judicial, por medio de la vulgarización del mensaje religioso que busca que todo aquel "hijo de puta" que cae en esos lugares logre la redención futura, no su estilo de vida.

La implementación de nuevas “técnicas” de readaptación (cualquier método para que el sujeto no delinca) dejan a Alex a merced del la nueva estrategia. Si Alex exaltaba la ultraviolencia ahora vivirá en la no agresión. La pasividad del protagonista no vendrá por libertad del espíritu, ya no digamos reflexión de hechos: se da por la exposición a la violencia y su asociación con su antítesis: la melódica presencia de Ludwing van Beethoven, claro, además de las consabidas drogas que estimules la nausea y dolor ante cualquier tipo de violencia.

Sí, Alex es tomado como un modelo de superación, algo así como el triunfo de un nuevo modelo social. Está listo para ser sociable. Sin embargo el presa del pasado, sus padres han rentado la habitación de Alex, la sociedad que antes era violentada por el joven criminal ahora es quien lo denostado, la autoridad policíaca ahora es nutrida por su anterior banda de rufianes (vamos, como los porros que luego terminan de representantes populares).

La programación de respuestas, la inducción del miedo, el uso de figuras para justificar los aciertos del gobierno, el gozo conductista de la sociedad, donde ésta termina aborreciendo a lo que ella misma construye. ¿Acaso Alex no será un producto del entorno, de la cosificación, de la individualización del sujeto, todo ello para justificar planes de readaptación?, ¿personas como Britney Apears, Lindsay Lohan, o quienes vengan, no son un actualización de Alex, “personalidades" que la sociedad de consumo encumbra y después abandona por ofender sus escrúpulos?

Se me ocurre imaginar que la novela de Burgess identifica esa mecanicidad en donde el sujeto no encuentra más expresión que una violencia ciega que destruye a su propio creador, tal vez los Alex que destacan son el mostruo que trata de estrangular a su doctor Frankenstein.

Haber visto La naranja mecánica fue gratificante, y a la vez deja algo perturbador en la imaginaria: ¿qué hace que siga siendo tremendamente actual, vigente, incluso proyectiva?

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1 Comments:

At August 01, 2007, Blogger Salvatore said...

Y bueno ni que decir de la estupenda novela de Anthony Burgess en la que está basada. Uno de los pocos escritores ingleses que se atrevió a experimentar con el lenguaje y las sustancias como pocos. Él decía que lo que hizo James Joyce era una enorme vacilada. Y que él quería ser recordado como lo que siempre había sido "un autor menor". Sin embargo, me parece que "A clockwork orange" novela que fue originalmente inspirada por un incidente vivido por el autor durante la Segunda Guerra Mundial, cuando él y su mujer fueron asaltados en 1944, siendo la esposa del propio Burgess víctima de robo y violación por parte de cuatro soldados estadounidenses en las calles londinenses. Es una de las obras capitales de la lengua inglesa de mitad del siglo pasado.
Como siempre es un placer leer tus reseñas cinematográficas.

 

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