Friday, April 18, 2008

Parece que recuperamos a Lee


En 2006 Ang Lee ofreció al mundo Secreto en la montaña, y tal como en aquella ocasión, sigo convencido que es una película floja, sin un dilema bien abordado y que en suma es una serie de anécdotas hiladas para llenar más de 2 horas ante la pantalla.

En este 2008 llega a la cartelera Lujuria y traición, y desde luego que era mucha la curiosidad para ver de manera clara si Secreto en la montaña era un resbalón (nada que ver con por ejemplo El tigre y el dragón, o Cabalgando con el diablo) o si ya se puede ver el límite de su obra en cuanto a lo que ofrece.

Lujuria y traición, me parece que tiene algo y algo. De nueva cuenta, me parece, extiende de más lo que es su film, creo que se pudo contar lo mismo con unos 25 minutos menos. Por otra parte, la idea estética de sus cuadros y secuencias lo mantiene, es decir, considero que la imagen sigue siendo cuidada, los enfoques y los ángulos exaltan la belleza de la protagonista o el salvajismo de la pareja en la cama.

Más aun, me parece que retoma por momentos la intensidad y el dilema del libre albedrío cuando los personajes son dominados por las emociones y no por la fidelidad a los principios colectivos. Traición y lujuria no es lo más impactante en este año, pero me parece que puede mantener la atención del espectador durante casi toda la cinta, insisto en esos 25 minutos.

¿Cuál es la cuestión?, El entorno es la ocupación japonesa en China durante la segunda guerra mundial, es decir, la parte menos glamorosa de esta estúpida guerra. Esta polarización siempre encuentra beneficiados y perjudicados, patriotas que detestas a los colaboracionistas. Japón como la potencia invasora tiene en el señor Yee al brazo policial y represor ideal para mantener el control de la sociedad ocupada, qué mejor que un chino para perseguir y asesinar a los chinos.

Sin que se muestre de manera abierta o insistente, la cinta de Lee expone lo que ya se sabe, una cosa es la guerra, y sus motivos, y otra es la realidad social. El mensaje propagandístico hace ostentoso el valor patriótico de la intervención para dar a los asiáticos el control del Asia, aunque el entorno, la ropa, los artículos , el consumo y demás detalles traten de imitar en lo más posible a Nueva York, por ejemplo.




En medio de esta ambiente Wong Chia se involucra con un grupo de compañeros de una compañía de teatro para asesinar a los traidores colaboracionistas (desde luego, el señor Yee) y para ello adquirirá la personalidad de Mac Tai.

Lo interesante de la cinta es que veremos a este grupo de sicarios en dos fases, como aficionados, cuando son más efectivos, y somo profesionales, cuando enfrentan dificultades en su meta.

Mac tai será una infiltrada que deberá que tener en mente la idea de la fidelidad hacie el grupo rebelde para el cuál “presta” sus servicios, es decir, ella sabe que más que una espía es una pieza del tablero que puede ser la más importante y delicada, por su fortaleza o por su debilidad, según se vaya desarrollando la acción.

Mac Tai y Yee serán una representación de lujuria, sí, pero la traición se juzgará desde dos lugares distintos, ¿Yee es un traidor por ayudar a los invasores haciendo el trabajo sucio, o sólo se ha adaptado a cambio de beneficios de impunidad?, ¿Mac Tai está siendo honesta consigo al tratar de acabar con el enemigo asumiendo un rol de alguien que no es, y que para colmo su éxito se basa en el deseo sexual?

Las imágenes de sexo de Mac Tai y Yee son fuertes, sin duda mucho más atractivas, eróticas, salvajes y transgresoras que lo que vemos con los vaqueros amantes en Secreto en la montaña, y eso es lo que hay que agradecer al cineasta en esta ocasión. No se puede entender un dilema de traición a lo que sea si no hay una dependencia o un salvajismo que arrebata la razón a los protagonistas.



En Lujuria y traición, si uno entra en la sintonía del relato, se va a mostrar la lucha por los ideales, la dignidad del patriota, lo conveniente del poder y de la impunidad; sí, hay una propuesta más definida, y los comportamientos arrebatados, irracionales, de sexualidad desbordada con una ternura muy peculiar terminarán siendo el terreno en el que los cuerpos de los amantes vibrarán, tanto, como la que cada quien viva su propia tración, su propio pecado, su muy personal expiación.

Parece que la clave está en alejar a una sana distancia a Lee de los compromisos de Hollywood.

Por los pasillos del video club

La historia del camello que llora es una cinta que en parte es drama y en parte documental, y es dirigida por Luigi Falorni y Byambasuren Davaa. La estética de cada cuadro es elocuente, el relato es sencillo, sin que signifique simpleza. Por medio de historias tradicionales, rituales de fertilidad y ceremonias para armonizar al universo (que la camella pueda aceptar a su cría) es que descubrimos la dureza y sabiduría con que una tribu de nómadas mongoles hacen del desierto del Gobi un universo interesante, profundo, con un equilibrio que invita a reflexionar al occidental atrapado en la falasia de las posesiones.

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