Monday, March 17, 2008

Una charla reveladora


En la filmografía de Zabou Breitman sólo encontré el antecedente de 2002, Acordarse de las cosas bellas (que no recuerdo en nuestra cartelera saturada de plástico fílmico), y sin embargo su nueva propuesta El hombre de su vida presenta un interesante ejercicio de búsqueda de la identidad humana por medio de una visión integral y con varios perfiles muy bien trabajados.

El hombre de su vida se centra en una casa de campo donde Frederic (Bernard Campain) es un esposo como cualquiera, atiende a su hijo, quiere a su esposa Fredérique (Lea Druker) y goza de un verano en el campo en compañía de sus vecinos. Unas vacaciones campestres que parecen ideales para cualquier familia feliz.

La historia no tiene giros espectaculares o de sensualidad exagerada, sólo sugiere un cambio de perspectivas que va introduciendo al espectador en un ambiente de estética, de búsqueda de respuestas, de esa identidad y de apariencias que por paradójico que suena, en su perversión mantiene cohesionada a la sociedad.
Es en este ambiente amable que aparece Hugo (Charles Bergin, a quien ya vimos en Padre e hijos), Hugo es un diseñador que puede pasar por libertino, es homosexual, gusta de la belleza un tanto andrógina, nada desnudo en su alberca, vamos, se podría decir que es un metrosexual metido en la campiña.

Por medio de intensos desgloses de un diálogo en particular, Breitman nos va presentando a un Hugo amable, pero a la vez intenso cuestionador de los principios que agradan a la sociedad: amor, matrimonio, estabilidad, fidelidad, entre otros. Hugo es apasionado, pero no alza la voz, y paulatinamente va inquietando a Frederic, quien empieza a ver en Hugo como alguien más allá de un vecino con ideas sofisticadas.

La metáfora se completa de dos formas, digamos que la visual es cuando ambos pesonajes se internan en el bosque para trotar, Hugo siempre irá de frente, y su cuerpo será delineado por los rayos del sol, este reflejo matutino marcará el camino para que Frederic empiece a dudar no de su masculinidad, sino de los valores a los que ha apostado en la vida y que hacen a Hugo tan sólido, tan admirable, tan atractivo en su forma de ser y de buscar el equilibrio.

Ahora, la metáfora se complementa con Hugo cargando a Frederic, pues se ha lesionado en su trote matutino, y es así como este caballero carga en sus hombros a un Frederic que es conducido por campos de una belleza particular, la imagen que da motivo al cartel promocional es un campo de girasoles, lo que me parece que se puede interpretar como el movimiento de la flor en idéntica manera a como Frederic ve a Hugo, es el sol al cual va a tener que voltear a ver como su nuevo referente.

Sí, la cineasta francesa va a dulcificar la imagen del hombre en su búsqueda de identidad, pero no va a dejar pasar por alto el rechazo a la homosexualidad, el distanciamiento de las familias por preconceptos sociales y morales, la angustia y crisis de la familia que está viendo trasnformado su equilibrio, así como la violencia sexual que tan comúnmente se ve cubierta por la educación y las buenas formas.

El hombre de su vida es un buen ejercicio de seguimiento fílmico, donde una charla al amancer será como un nuevo despertar para Frederic, pero el exponerla desde diferentes ángulos, y descubriendo poco a poco el contenido de esa plática hace que la cinta no pierda intensidad.


La dirección de la película no pierde de vista el juego de las imágenes narrativas, como el departamento de Hugo, donde un piso de vidrio nos permite ver la estética masculina con ternura, con inocencia, con una candidez que sólo una mujer puede trasmitir; o bien, en un juego de sombras que van completando palabras al ser proyectadas sobre un muro de su despacho y así hacer que la oficina de Hugo tenga ese perfil camaleónico. El hombre de su vida obliga a que el espectador permanezca atento a lo largo de sus casi dos horas de duración.

La experiencia va a confirmar algo a Frederic: no es invencible, tiene debilidades, y permanecer ajeno a esto es tanto como traicionar su propia existencia, su alter ego, representado por su hijo vestido de súper héroe, terminará por evidenciar el dilema en donde ahora el protagonista tendrá que buscarse.

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