Tuesday, March 18, 2008

Una vida condenada por la mentira

Briony (Saoirse Ronan de niña, y Romota Garai de adulta) es una niña que siente la aspiración de ser escritora, a sus 11 años ya escribe obras sencillas que planea representar en las reuniones familiares. Cecilia (Keira Knightley) es su hermana mayor (de unos 19 años), es una mujer muy atractiva y que vive una sensualidad muy avanzada a su época (1936), en tanto que Robbie, (James McAvoy), además de tener la edad de Cecilia, es el hijo de una sirvienta de la casa, y técnicamente ha sido adoptado por la familia Tallis (la familia de Briony y Cecilia), estos tres personajes son los protagonistas del drama psicológico Expiación, deseo y pecado, dirigido por Joe Wrigth.

Sobre Joe Wrigth no hay mucho en su filmografía, sólo se puede anotar una cinta llamada Orgullo y prejuicio, y si nos guiamos un poco por la idea de los títulos podemos ver que es un director que gusta de los juegos de apreciación, de criticar a la doble moral de la sociedad (y que parece encontrar en el pueblo británico un ejemplo claro).

Expiación, deseo y pecado (novela original escrita por Ian McEwan y titulada por él como “Atonement”), rompe el hilo narrativo lógico, nada es completo sin alguna de las partes, y es así, por medio de fragmentos que la cinta va presentando elementos al espectador para que éste haga su propia imagen, tome partido, e incluso sea engañado por algunos instantes.

Existe, como siempre, un macroentorno que es la inminente guerra mundial, en tanto que el microentorno es la el amor, o atracción, mejor, la fantasía de Briony hacia Robbie, la cual lo hace celar sus pasos, estar pendiente de su flirteos con Cecilia, exponer su vida para asegurarse que Robbie será el caballero galante que la librará del apuro, y más, en un arrebato de celos (o de protección) inculpará a Robbie de una violación con nada más que su conicción de que así debieron ser las cosas. Robbie terminará en prisión, ¿por ser culpable o por no tener un respaldo aristocrático que lo libre del problema? Es fácil adivinar cuando es el hijo de una sirvienta y ha mordido a la mano generosa que antes lo protegio.

La cinta de Wrigth dará continuos saltos, de pronto veremos que el tiempo recorre cuatro años, donde vemos al recluta Robbie tratar de salvar su vida en la playas de Dunkerke, donde Cecilia ha roto en definitiva con su familia por la traición de Briony, en tanto que ésta deja su futuro universitario para enlistarse como enfermera militar, pero después podemos regresar dos semanas, con lo que la atención del espectador se fortalece. Sí, los tres protagonistas de estas historias enlazadas viven su expiación, el deseo y la culpa del pecado.

La culpa y la búsqueda frenética de Briony por lograr rearmar el rompecabezas que adulteró será el pecado que tratará de expiar, sus pasiones por la literatura será el escape, el legado, la disculpa por haber separado a los amantes, por haber sido el obstáculo a su deseo, pero cuidado, no hay que engañarse con la idea de una salida rápida, de aclarar el malentendido y esperar a que la guerra termine.

Briony, como enfermera verá el dolor, la angustia de hombres y mujeres que han dado su vida por defender una causa extraña (¿por qué tenemos que defender a los franceses si éstos nos odian, reflexiona un soldado inglés), en tanto Robbie tendrá que vagar, con sus ojos ser testigo de la poca gloria que hay en la guerra, del caos y miseria a donde es arrojada la dignidad humana en pro de gloria propagandística, asido a la imagen de una postal, que como promesa de paraíso, se mantiene firme en este infierno donde no tiene un Virgilio que lo guíe o lo entregue a su Beatriz.

El salto magistral de la cinta vendrá al final, unos 50 años después, donde veremos a una Briony envejecida, víctima de una enfermedad que aunque cruel, le permitirá a su alma y a su memoria borrar el infierno que creó, un final poético para el nada poético final que Robbie y Cecilia encontraron.

La confesión de Briony se constituye en la pieza central de la cinta, y sin embargo se guarda al final, creando un estado de empatía con el sufrimiento de los amantes que bien vale la pena vivirlo en la sala fílmica.

Quizás la doble moral sea uno de los puntos que los filósofos han descuidado de la naturaleza humana, es posible que cintas como Expiación, deseo y pecado sea un ejercicio de armado de una realidad que nunca está definida, en donde todo depende de momentos cambiantes, esquivos, y que sin embargo son el combustible por el cuál vale la pena vivir.

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1 Comments:

At March 20, 2008, Blogger Colomba said...

Habia un misterio extraño en esta movie que me llamaba a verla y me he resistido, pero ahora, despues de tu comnetario corro a verla al cine!!!

 

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