Friday, April 14, 2006

Una asesina angelical


“Dijiste que me seguirías hasta el infierno, pero yo quería que me llevaras el cielo”




Hace tiempo encomendé a mis alumnos de universidad a que vieran la cinta La virgen de los sicarios; de los pocos que se tomaron la molestia de cumplir con la tarea, algunos dijeron que la película no era mala, pero sí muy exagerada. No era posible que se matara a la gente de manera tan alevosa en pleno día y que nadie pudiera hacer nada algo al respecto. No sé si es la incredulidad de todo alumno o es que soy fácilmente impresionable.


Ahora se da la oportunidad de ver una nueva historia que nos ubica en Medellín, en 1989, la constante es la violencia, desesperanza y búsqueda de algo que haga más ligero el infierno que es la vida. Así se presenta Rosario Tijeras, cinta de Emilio Maillé. La película es una adaptación de la novela de Jorge Franco.


Rosario es interpretada por Flora Martínez, decir algo de la belleza de esta mujer es ya de por sí redundancia, pero el carácter que tiene a lo largo de la cinta es de considerarse. Desde luego, es difícil sustraerse de los encuadres provocativos con que el director nos recalca la belleza y erotismo de la sicaria (la PC no reconoce la palabra más que en masculino, ¿machismo en la industria del asesinato?) más encantadora quizá la legendaria Matahari.


Pero el director no se limita en los valores estéticos o eróticos de la asesina, también nos perfila la violencia y la agresividad que va incubando nuestra protagonista. El padre de Rosario revienta la yema de de un huevo frito delante de ella, cuando es apenas una niña y marca el camino de la futura matona. Rosario es avisada de su inminente inicio en la vida sexual no siempre grata; casi tan amargo como el reclamo de la madre, a los años, que no perdona la osadía de su hija por meterse con su hombre.


La cinta también nos sumerge en lo más profundo del sentimiento y sincretismo de la profesión con la fe: ya en la profesión, Rosario frota las balas de su pistola ante una virgen, en tanto que su hermano realiza un rezo profundo a lo que se intuye es la Santa Muerte poco antes de salir a trabajar, ¿adivinan la profesión del hermanito?


La historia no es lineal, y no lo necesita, obliga al espectador a armar un rompecabezas que si bien no es muy complicado, sí es divertido para tratar de comprender los motivos de los personajes.


A Rosario no solo la conocemos en su ambiente laboral, también es parte de las chicas VIP de una disco de moda, es ahí donde conoce a Emilio, y a su acompañante Antonio. Con Emilio se da la relación inmediata, la química es instantánea, en tanto que Antonio es el amigo buena onda que está en las buenas y las malas. La relación entre Rosario y Emilio va a funcionar mientras ambos estén en su esfera, en su espacio vital y nadie se meta en el entorno ajeno. Rosario lo comprende bien, pero Emilio no resiste la tentación de verla y presentarla como la chica ideal que podría encajar en su entorno familiar. Rosario necesitaría entrar en el establishment, de acuerdo a la visión Emilio.


Conforme avanza la historia Emilio se va eclipsando, no puede aceptar la idea de que Rosario tenga tantos misterios y tanto que ocultar. Antonio es quien cobran fuerza, no pide nada, solo acepta a Rosario, se ve enredando, pero no de manera melosa, sino como ese amante que sin saber cómo o cuándo termina por ser el centro de la atención y apoyo de la mujer.


Una astucia más de la cinta es exponer las reales debilidades de la gente, producto de los tiempos de consumismo. El deleite de la cocaína es semejante al consumo de golosinas para los niños. Los "pases" son en todo momento, y no hay pena o recato por admitirlo. Unos por las angustia y el crimen, otros por estar en contexto social, por desear estar chic. Pero Antonio ya conoce a Rosario, se ha vuelto su adicción. En una escena por demás astuta termina oliendo el semen de Rosario, resultado de una relación previa con Emilio. El rastro está ahí, Antonio ya probó lo que en verdad termina por importar en la vida al encontrar la huella. Solo tiene que ser paciente y estar atento a las pistas que se dejan en el camino de Rosario.


Pero la adaptación es agresiva también al exponer la filosofía del latino, del colombiano tan gustoso de la fiesta, del bullicio. Sí, el hermano de Rosario termina muerto, pero ni la muerte, la muerte tan próxima en el barrio marginal, frena el deseo de la parranda. Todo un peregrinar por la ciudad sirve para que el hermano de Rosario vaya a su último tugurio, a su último baile ante su última desnudista, a tomar su último trago y a pasear en su auto, junto a toda su banda, como ese guerrero que da su última batalla ya muerto y la gana. Con un sepelio que es en el barrio marginal, con letreros que invocan a una feliz Navidad y al fondo una cumbia que habla de un pistolero de leyenda.


En todo este ambiente tenemos que comprender el universo que el director nos presenta con detalles en reflexión presente y recuerdos duros como una bala, donde el asesino toma brandy con pólvora, las leyendas se van forjando y la belleza de Flora Martínez luce hasta cuando está en lo más deprimente de la vida, cuando ya está cansada de todo y quizás un disparo amigo pueda solucionar todo.


Rosario Tijeras, producción México-Colombia es una estampa más de ese mundo que no nos gusta aceptar, de los primeros resultados de una globalización que consolida élites y margina segmentos que son necesarias para esas mismas élites. De un mundo que ojalá fuera exagerado, pero que por desgracia nos baña y nos hace vivir con el miedo a cada momento.

Labels: